Al día siguiente tenía un mensaje en su buzón de correo. Preocupante. Venía firmado por Facebook. Bogomil Shopov lo
abrió. En su escueto texto le pedían hablar con él por un tema
personal. Tras pedirle su número teléfono le llamaron. El motivo:
pedirle que no difundiera la información que había descubierto. Que no lo compartiera con nadie e, incluso, que lo borrara.
El temor desde el equipo de la red
social era evidente. Shopov había descubierto la posible existencia de
un mercado negro de venta de datos de los usuarios. Nuevo ataque a la
privacidad de esta potente plataforma que cuenta con más de un millón de
perfiles. En parte este bloguero búlgaro, conocido por ser un activista de los derechos digitales de los internautas, cumplió con el trato.
Les envió el archivo y se aventuró a prometer que no lo difundiría.
Pero no así con otra cuestión. Decidió contar aquella conversación en su
blog, el mismo espacio donde contó que había comprado una base de datos
que contenía 1 millón de usuarios de Facebook con sus respectivas
direcciones de email. ¡Y por 5 dólares!
«He recibido un mensaje extraño acerca de que Facebook quería hablar conmigo», se podía leer en su entrada
tras ponerse en contacto con la compañía. «Nuestra conversación se está
grabando», advertían desde Facebook, quienes le aseguraban que el
propósito era simplemente «mejorar el servicio». Mientras, la red social
ha emprendido una investigación interna para analizar las razones de
este escándalo. Shopov, que comprobó si los datos que había adquirido
eran de usuarios activos, aseguró que el tono con el que se pusieron en
contacto desde la empresa de Mark Zuckerberg «era bastante impertivo».
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